Esta creatividad innata les hace libres, soñadores y les deja expresar sus emociones. Les permite crear soluciones maravillosas, pensar que las cosas pueden ser de otra manera y que pueden cambiar el mundo. ¿No sería maravilloso poder gozar de estas cualidades al hacernos mayores?
Desde que soy madre siento como esa creatividad, que algún día había tenido y que me hace tan feliz, vuelve a mi en cierto modo, con el simple hecho de estar a su lado y contagiarme de su energía. Y me pregunto, ¿cómo puedo protegerla o cuidarla para que permanezca en mis hijos para siempre?
Como dice Ken Robinson “todos los niños nacen artistas, el único problema es continuarlo siendo a medida que nos hacemos mayores”.